De nuevo, me fui a Food First aguar el jardín.
Caminé mirando las fresas, a ver si había para cosechar, y la llegar al final de la manzana, veo otro jardín, que también era nuestro, en la manzana delante.
Cruzé la calle, y fui aguar aquél también. Era muy guapo, tenía una variedad de berries, era amplio. Me fué hasta el fondo, abri el agua, y me puse a mirar cómo los aspersores trabajaban.
No sé cómo, pero, fué como un señal para empezar una fiesta. En un pis-pas la gente llegó con unas mesitas con comidas y bebidas ricas, y los críos jugaban bajo el agua, en el césped.
Me fijé en un sitio donde los arboles hacian un círculo, y tenían cada una, dos o tres hojas en forma de paraguas. Eran muy guapas y curiosas.
Me acerqué, con mi camera fotográfica. Las miré, y vi como se cambiaban las formas, tanto de las hojas, que se hacían como una masa que apuntaba al cielo, cuanto sus troncos, que se parecian a cuerpos humanos.
Al fijar la fotográfica, el primer árbol se volvió hacía mi. Dejé la foto, y miré como su pelo bajava por los ombros. Era una mujer negra. Me miró cariñosamente. Le pedi desculpas por no la haber reconocido antes, ella me sonrió. Miramos como todos los árboles se hacian humanos, y se dirigían a la fiesta.
Mujeres, hombres, ancianos, crías.
Los seguí, quería hablar con ellos y ellas, preguntarles que pasaba, si era una mística lo que habían hecho.
Pero, se perdieron en la multitud de la fiesta.
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