quinta-feira, 9 de dezembro de 2010

Era para ser un buen día

Era para haber sido un buen día. Él se había despertado temprano, había acompañado el nacer del día, maravillado con los cambios de luz y sombras.
Se fué a la videoteca; sin enfados, atendió a toda la gente que se había presentado. A las 16:00, salió a fotografiar, y la ciudad le parecía medio dormida. "Suele ser asi en Cáceres", le dijera una amiga tiempos antes.

Encontró la foto perfecta: una ventana cerrada, donde se podía ver la flor en el interior, una sombra de otra ventana, y el paisaje exterior refletido. Feliz, fué rápido a tratar e imprimir la foto, poner marcos, y llevar al Centro de Artes.

Ella debía llegar a las 21:00. Era tímida, nunca se anunciaba su llegada. Hablaba poco, escuchaba mucho. Él, queriendo siempre meter los dedos en el pelo tan largo de ella, pensaba en que disculpas tendría para llevarla a pasear por el Centro. Ella sonreía despacio, pero largamente. Ella le gustaba, decidió.

Las horas pasaban, y nada de ella. Él miraba el reloj constantemente, empezando a agobiarse. Cuando el teléfono suena, se sobresalta, pero, no es el número de la mujer que aparece en la pantalla.

"Hola", "Rubén?", "Si... que? QUE??? Hospital? Ahora voy"
El fotógrafo no sabe, pero, la sonrisa que ella llevava ahora ya es una máscara eterna, tras su cuerpo humedecido por el txirmiri y la sangre haber sido removido de la plaza.

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